Cualquier ateo, agnóstico o religioso diría que ya la hemos dado por perdida

Escribo esto aquí porque este blog va de España, porque hoy sucedió en España algo semejante a lo que en otros países es casi su día a día y porque:

Sí. Creo que hay alguna relación entre los atentados yihadistas y las políticas de subdesarrollo global que entretejen los estados de todo el mundo: Las políticas de incremento secular del odio y la impotencia creando estados fallidos en Oriente Medio. 

Bajo mi punto de vista, las medidas tomadas desmontando la redes yihadistas en España son mejores que en Francia y en Bélgica, seguramente, entre otras cosas, por nuestra desafortunada historia combatiendo el terrorismo, y existe la sensación de que la comunidad musulmana en España está más integrada que en estos otros dos países mencionados en la sociedad de acogida (de esto ya no estoy tan seguro, es solo una sensación que considero inmedible por definición).  

No obstante, este es un fenómno global que no se detiene con tiritas de actuación táctica o de investigación y persecución por muy eficaces que sean. Solo hay algo que erradica a cualquier terrorismo, y cae de cajón: Quitarle motivos de convencimiento. Porque sí, esos conductores o francotiradores ni son inconscientes ni están borrachos, están convencidos. Están convencidos de que les espera treinta vírgenes, la reconquista de Al Andalus o cualquier otro desvarío religioso que cualquier religión dictamina o permite interpretar. Pero están convencidos. Así que evidentemente, en algún momento habrá que plantearse desconvencerlos, dado que arrinconarlos económicamente no sirve de nada dado lo barato que resulta asesinar y las tecnologías o las ideas imaginativas de seguridad siempre se pueden superar sin demasiados costes.

Y el caso es que no es que estemos perdiendo la guerra del convencimiento de lo sensato. Es que no estamos ni en el campo de batalla. 

Cualquier ateo, agnóstico o religioso diría que ya la hemos dado por perdida.